MI PADRE
Yo tenía el alma cubierta de inocencia,
cual embrión en las entrañas de su madre,
cuando me abrazaba dulcemente mi padre,
con sus brazos cual ramas de un robusto roble.
Fornido en plena primavera,
sustentaba sus retoños con dedicación,
prevalecía una aventura entera,
un hombre con mucha convicción.
Cada semilla que sembró,
cual labriego cuidó con esmero,
los frutos que con ansias esperó,
en las almas victoriosas recogió.
Los años pasaron vertiginosamente,
llegó al ocaso con agotamiento,
ese hombre roble estaba silenciosamente,
el trajín de su vida estaba en su mente.
La nieve vino a su encuentro,
caminaba acompasado y pensativo,
el alma joven que tenía por dentro,
se reflejaba en su semblante activo.
UN PADRE, UN AMIGO
¡Quién no quiere tener un amigo!
como aquel que tengo yo,
conversa y estudia conmigo,
ese amigo es mi papá.
¡Quién no quiere tener un padre!
como aquel que tengo yo,
que trabaja sin descanso,
para alimentarme bien.
Ese amigo, ese padre,
ama mucho a mi mamá,
me enseña el respeto,
ese hombre es mi papá.
LA PARTIDA DE UN PADRE
Una tarde gris y
silenciosa,
cuando el sol se
iba a descansar,
mi alma presentía
que perdía,
la razón que me
daba una ilusión.
El hecho oscureció mi camino,
se fue sin ninguna
explicación,
en mi corazón quedó
un vacío,
el cielo se llenó
de preocupación.
Nunca pude
recompensar,
su sufrimiento, su
inquietud,
lo último que
llegué a besar,
fueron sus sienes
llenos de lentitud.