domingo, 17 de noviembre de 2013

EXPRESIÓN DE MI ALMA (Parte 2)


  • Amigo lector comparto  a continuación los cuentos de mi creación, inspirados en vivencias y anécdotas personales.



AGONÍA EN LA SELVA

Había una vez un pueblo, cuyos habitantes no sabían trabajar de otra manera más que cortar los árboles sin moderación, pescar en los ríos utilizando plantas venenosas como el barbasco que arrasaba con todas las especies que habían en el agua y sobre todo cazaban animales  para venderlos o para utilizarlos en la alimentación.

Un día don Jacinto y su hijo Juan cargaron las escopetas y se dirigieron a la montaña en busca de la ansiada presa.Encontrándose en plena montaña donde sólo se escuchaba el trinar de las aves y el sonido de las hojarascas, veían pequeños animalitos y largas serpientes que disfrutaban del follaje y el calor de la selva. De pronto Don Jacinto miró en la copa de un árbol un enorme y temeroso pelejo (Oso perezoso) que estaba mirando al cielo y parecía orar, al escuchar a don Jacinto se inclinó hacia el suelo con sus ojos llorosos cuyas lágrimas se escurrían pidiendo piedad a don Jacinto.

Don Jacinto emocionado al ver al animal y pensando que sería un potaje sabroso, llamó a su hijo Juan y ambos apuntaron al animal,  pero de pronto se dan cuenta  que el pelejo sube más el árbol y carga a un pequeño pelejito y se esconde en la parte más espesa de la copa del árbol.

Sin piedad disparan hiriéndole el brazo, pero el animal los mira intensamente como si pidiera misericordia, levanta el brazo herido y ensangrentado y lo muestra a los cazadores, luego mira al cielo como buscando desesperadamente la protección del creador, mientras que de sus ojos seguían saliendo lágrimas con gran abundancia como si llorara un hombre de dolor.

Juan comprendió el dolor y la desesperación del animal y le dice a su padre: ¡Volvamos a casa, nos pide compasión, dejemos vivir a este  animal! Tristes y descontentos deciden regresar, cuando sienten caer una lluvia torrencial, con truenos y relámpagos dispuesta a golpear a los cazadores.

Sin poder avanzar, cansados, se refugiaron al pie de un robusto árbol envueltos por la furiosa oscuridad que protegía a las especies de los depredadores en una lejana montaña, los cazadores cayeron en un profundo sueño como hipnotizados por la conciencia; al amanecer se encaminaron rumbo al pueblo, pero al llegar se quedaron tontos al ver todo el pueblo sepultado por una avalancha de lodo y piedras, las pocas familias que quedaron con vida, lloraban sumergidos en la desolación  y se preguntaban ¿Por qué Dios nos ha castigado?, ¿Qué hemos hecho para disgustarlo a Diosito?

Juan el hijo de Jacinto, un joven inteligente, respondió las preguntas y les contó lo que les había ocurrido el día que se fueron a cazar él y su padre.Todos quedaron conmovidos con la historia y acordaron cuidar los bosques, a los animalitos del monte, el agua  de los ríos y las fuentes; y decidieron trabajar organizadamente para proteger el medio ambiente y para conseguir sus alimentos. Los sobrevivientes aprendieron que las personas dependen de las plantas y de los recursos naturales.




ME QUEMARON VIVO


Un día decidí salir caminando rumbo a un pueblo de la selva, por un camino estrecho cubierto de frondosos bosques, árboles que tenían una altura admirable; tenía que caminar tres días para llegar a la localidad, por unos caminos estrechos y encasillados  de vegetación, después de caminar más de día y medio todo cambió, me sacudió el miedo y la tristeza al escuchar como cantaban los pájaros melancólicamente. 

Seguí mi camino, cuando de pronto el ambiente se puso desagradable, un olor nauseabundo, un aire asfixiante y el calor intenso que parecía que estoy llegando a un horno con mucho fuego. Seguí mi rumbo y encontré a un mono con el rabo quemado y muchas heridas, al verme corrió de miedo como si estaría viendo un monstruo y se ocultó por tras de unas piedras. No tenía idea de lo que había pasado, seguí mi camino a pesar del calor y me pude dar cuenta que muchos animales habían muerto y estaban en descomposición, a lo lejos observé una claridad, eran los rayos solares que golpeaban bruscamente a la naturaleza que aún quedaba, un territorio triste y desolado donde los árboles habían sido quemados por un hombre, y los animalitos que han sobrevivido  a este incendio buscaban un nuevo refugio.

Caminando, cansada y muy despacio, me encontré con ríos y quebradas casi secas, como si la escasa agua que quedaba era sangre de los árboles y de los animales muertos en el incendio. Avanzando un poco  pasé por pequeñas  aldeas que  estaban habitadas con niños  enfermos, cansados y sin deseos de vivir, las personas envejecían a temprana edad, tenían la piel manchada y arrugada, no había agua tenían que hacer profundos huecos en la tierra en busca de agua, pero todas las tardes cargaban costales con basura para llevarlos a la orilla de los ríos y así se encargaban de destruir su mundo.

Seguí avanzando, de pronto llegue a un charco grande color rojizo, me detuve a mirarlo por un rato, pero un hombre gigante y desnudo con la cara hacia atrás y una soga enrollada en la mano salió del charco, silbó tres veces y me siguió siempre estaba mirando hacia atrás, tratando de atraparme con su soga, empecé a correr gritando muy fuerte y nadie me escuchaba, sólo los animales asustados y moribundos, y los árboles quemados vivos sin piedad. Asustada, con mi corazón que quería salir del temor y de tanto correr, me di cuenta que estaba enredada en las sogas de una planta y a punto de caerme a un abismo pero el gigante ya no me perseguía parece que sólo me quiso asustar.

Regresé a mi casa asustado y casi loco lo conté a mi compadre Jonás, él me dijo habrá sido compadrito el shapingo (Diablo), que te ha querido llevar al verte sólo andando por ahí, pero yo más creo que es un ser misterioso que trata de cuidar a la naturaleza le dije, o puede ser que algún hombre se haya ahogado en ese lugar cuando quizá era una laguna, y su alma ahora está penando agregó mi compadre.

Después de mucho tiempo regresamos con mi compadre y desde lejos vimos todo verde y caminábamos acompañados de la melodía de los pajaritos y el ruido suave de las aguas de los ríos, todo estaba hermoso y nos preguntábamos. ¿Quién estará cuidando el bosque?, ¿Será acaso el hombre desnudo que me persiguió? Pero los aldeanos nunca más intentaron quemar a los bosques.



CÁSTULA

Don Saturdino, un hombre de avanzada edad; acaudalado, gran ganadero y reconocido por todo una comunidad campesina, también se desempeñaba como maestro, dando clases y enseñando a leer y escribir a los niños de dicha comunidad.

Vivía en la serranía del Perú, con un atuendo para el intenso frío, con poncho tejido de la lana de la oveja, con su sombrero crema, sus botas y un bastón de palo de quinilla porque tenía una pierna fracturada, todas las mañanas se levantaba temprano y con su navaja rasuraba su barba blanca y abría las puertas de su sala a donde acudían los niños y niñas para aprender a leer y escribir.

Don Saturdino era un hombre admirado y apreciado por toda la comunidad, los comuneros lo buscaban de padrino para sus hijos.Tenía mucha gente a su servicio que cuidaban sus ganados por las alturas lo que ellos lo denominaban “Los ganados de la cordillera”.

A veces sus peones, que así los llamaba, cazaban al oso o al cóndor que estaban a punto de devorar al ganado, después de matarlo lo amarraban las patas de tal manera que los palos lo pasaban por entre las patas atadas, que les facilitaba el traslado desde la cordillera hasta la casa del padrino, lo conducían a manera de procesión como un acto ceremonial deteniéndose constantemente para chacchar la coca y saborearlo con el cremoso preparado de cal que lo guardaban en el calero, el oso o el cóndor era cargado por los dos hombres más fuertes del grupo.

Don Saturdino y su mujer preparaban el chicharrón del oso y comían todas las personas que se acercaban a la casa del hombre acaudalado. Doña Antuca una de sus comadres que tenía diez hijos, siete mujeres y tres varones, dijo:

“¡Compadrito! La Cástula que sea tu hija de verdad, para que lo enseñes modales y los trabajos dignos”.

Don Saturdino con tanta petulancia se llevó a la Cástula que tenía siete años, desde aquel día Cástula dejó a su madre y fue a vivir con su admirado padrino, dormía en el suelo sobre un cuero de oveja y abrigada con su lliclla desafiando al intenso frío.

Cuando la Cástula estaba en un profundo sueño y los gallos cantaban uno tras otro anunciando el nuevo día don Saturdino la llamaba “¡Cástua, Cástula, Cástula!” Tantas veces hasta levantarla, porque tenía que llevar la manada de ovejas a pastorear, salía con los pies desnudos, con su lliclla y su sombrerito en la mano derecha, un pequeño palo a manera de bastón, como si Dios lo iluminara, el rebaño lo obedecía a la inocente Cástula, muchas veces pasaba la noche en la choza construida rústicamente con palos de la zona, rendijas gruesas y techado con el ichu, pajilla que crece en las alturas ubicada en la parte llana a orillas del río Imasa, dormía tiernamente en compañía de los susurros del río, cobijada con pullos que estaban llenos de pulgas.

Volvía de vez en cuando a la casa del padrino para ayudarlo a la madrina a cargar el agua y la leña porque iba a comenzar la cosecha de la oca, papa y habas. Nunca regresó a su hogar, su mamá jamás reclamó y Cástula parecía no sentir, era como un pequeño juguete.

En las noches mientras su madrina preparaba la mazamorra de maíz con chancaca, Cástula hilaba la lana de la oveja, preparaba la lana y manejaba muy bien la rueca, a veces pensaba en sus padres y hermanitos, pero no los decía; casi no hablaba solo contestaba con sí y con no.

Cuando Cástula tuvo diez años, dejo el pastoreo para servir a los hijos de su padrino que estudiaban en la ciudad, un día desapareció, todos echaban de menos el trabajo que hacía, pero no a la inocente Cástula. Nadie daba con el paradero de Cástula, al parecer lo había tragado la tierra, después de buscarla mucho, un día la encontraron ayudando en el mercadito a doña Anita a vender el mote, el chicharrón y el ají de rocoto, parecía feliz porque sus ojos brillaban y conversaba con doña Anita.

Los hijos del padrino lo ubicaron y lo regresaron arrastrándola por el suelo. Cástula volvió a la comunidad al pastoreo de las ovejas de su padrino. Esta vez estaba feliz porque volvió al campo y se encontró con su rebaño y su perro, siempre salía muy temprano en esta vez acompañaba a sus ovejitas cantando, saltando y silbando. En su canción decía:

“Hay mis ovejitas, que frío tendrán
con tanto nevada ya se morirán,
yo las cuidaré.
mis lindas ovejitas,
yo las cuidaré,
porque con la lana,
mi poncho lo haré”.


Pero también decidió decirlo a su padrino para que lo enseñe a leer y escribir en los días que no va a pastorear a las ovejas, porque ahora Cástula comprende lo que es necesario para ella.


sábado, 9 de noviembre de 2013

EXPRESIÓN DE MI ALMA


  • Amigos lectores aquí les presento una muestra de mi último poemario, el cual contiene versos, que denota una parte de mi alma, inspirada por la naturaleza y el amor. Espero les guste.

EL LLANTO DEL ÁRBOL

Escucho un grito en el bosque,
parece decirme que está herido,
le cortaron las venas y está sangrando,
le hirieron el alama y está llorando.

¿Es acaso un niño
que anda en la calle
buscando abrigo
y parece un mendigo?

¿Es acaso el hombre
que mitiga su hambre
buscando trabajo 
de arriba, abajo? 

¡Es él árbol!, que ayer era frondoso,
hoy se encuentra calvero
por un bandolero,
que lo destruyó.


LA TRISTEZA DE LOS PÁJAROS

Este valle hermoso,
lleno de vegetación,
se encuentra temeroso,
por la deforestación,

Las aves con tristeza,
en su trinar melodioso,
dicen: Señora Alteza,
escuche mi mensaje piadoso.

En aquel árbol está mi nido,
con mis hijitos miedosos,
tienen el corazón herido,
porque un destructor ha venido.

A los bosques está quemando,
un miserable depredador,
no sabe que está causando,
en la tierra un ardor.

Va terminando la vida,
el mundo queda desierto,
todo lo que hizo lo olvida,
porque para él fue un acierto.


EL RUISEÑOR

Un ruiseñor trinaba,
en un bosque frondoso,
contento cantaba,
con un gesto animoso.

Miraba hacia el cielo,
y daba un mensaje,
parecía un señuelo,
en pleno paisaje.

Volaba, volaba,
buscando alegría,
a veces volaba,
con algarabía.

Trinaba, trinaba,
“Conserven los bosques”
así animaba
y siempre cantaba.


PRIMAVERA

Cantan los pajaritos,
llega la primavera,
en armonía entera,
buscan a la ribera.

Las mariposas con alegría,
vuelan en las laderas,
ellas en simetría,
cuidan las hermosas praderas.

Primavera en el universo,
amistad y comprensión,
el mundo recita un verso,
llena las almas de emoción.


MI PERÚ

Volando sobre la cumbre,
la belleza me impresionó,
mirando abajo en plena lumbre,
comprendí que es un paisaje del Perú.

Volando con mis alas extendidas,
cumbres y picachos crucé,
al bajar por los suelos tendidos,
con la mirada  en los ríos recé.
                                   ¡Qué Perú maravilloso!                                      
con costa, sierra y selva,
un mar calmado y brilloso,
¡Amemos al Perú poderoso!


AMISTAD PRIMAVERAL

Viene bailando por el jardín,
con su cara sonriente,
con su fragancia a jazmín,
mostrando sus bellos dientes.

Sus ojos son dos semillas,
su traje de hojas verdes,
lleva aretes amarillos,
collares, pulseras y anillos.

¡Es la amistad!
que canta a la naturaleza,
con amor y lealtad,
nos regala fortaleza.

Los pajaritos trinan de alegría,
el mundo se pone contento
todos en algarabía,
buscan el grano para el sustento.


¡CÓMO CONSTRUIR!

¡Dónde estás Dios mío!
el mundo se destruye,
¡Dónde estás Dios mío!
mi alma no construye.

Los bosques desolados,
las fuentes no vierten agua,
pueblos inundados,
los paisajes descuidados.

El hombre impotente,
las aves desnutridas,
la injusticia   latente,
y el mundo un cementerio.

Especies que piden piedad,
muestran debilidad,
el hombre indiferente,
muestra su frialdad.


PERÚ

Elevados cerros, extensos ríos,
el mar inmenso y las aguas dulces,
bandadas de aves cantan en tríos,
y las ciudades con muchas luces

Vastos bosques frondosos,
valles con suelos fecundos,
los peces nadan airosos,
ricas frutas que son oriundas.

Machu Picchu es una maravilla,
cultura de los hijos del sol,
el astro rey  en el cielo brilla,
adornando el celestial , cual girasol.

Tu epopeya es imprescindible,
tus precursores lucharon con lealtad,
en un Perú disponible,
buscando la libertad.


LLANTO SOBRE LLANTO

Llanto sobre llanto de tristeza,
cual lágrimas de un niño al nacer,
se estremecen las olas con certeza,
que las especies acaban de perecer.

Llanto sobre llanto en la cumbre,
cual niño abandonado sin piedad,
con el alma destrozada en la penumbra,
clama el cóndor con mucha ansiedad.

Llanto sobre llanto sin consuelo,
cual gentío que va a un funeral,
las aves divisan un señuelo,
la depredación en el mundo es general.

En la selva, mar y cumbre,
temerosos de la extinción,
las especies habitan  en la lumbre,
sumidos en tristeza y aprensión.


EL MAR

Se agitan las olas del mar,
como las alas de las gaviotas,
que extendidas parecen rezar,
pidiendo al mar siempre esperar.

Extenso, tranquilo, azulado,
desafiando el cielo inmenso,
una brisa exhala disgustado,
para ventilar el calor intenso.

Los granos de arena de la ribera,
se internan en la profundidad del mar,
llevan un mensaje de la costera,
que el reino debemos de cuidar

Encuentro con la Naturaleza


El sofocante calor de la selva peruana, la exuberante flora y la diversidad de su fauna nos motiva a recorrer los lugares turísticos y encontrarse con la paz y la armonía que la naturaleza nos regala.
Entre las cálidas ciudades de Rioja y Nueva Cajamarca nacen las aguas frías y cristalinas del Río TIOYACU, formando en su recorrido impresionantes pozas e impresionantes cascadas.
Se encuentra rodeado de árboles de gran dimensión, adornan las  rocas y piedras algunas de ellas forman cuevas y representan figuras de animales como si vigilarían en silencio al desafiante Río: ¿Cómo no conocerlo?






Uno de los distritos de la provincia de San martín es San Antonio de Cumbaza, lugar acogedor y de hermosos paisajes, visitado con mucha frecuencia por su producción de vino de gran demanda, donde el Río Cumbaza nos muestra encantadores empozados y caminando dos horas aproximadamente nos encontramos con las cataratas de "HUACAMAILLO" dentro de una abundante vegetación. Recorrer estos lugares te reconforta el alma visita hoy mismo, que será una experiencia inolvidable.
















  • Muchas veces nos preguntamos  acerca del "Cerro Escalera o  Cordillera Escalera". Es una área de conservación regional, que guarda a los bosques nublados montanos tropicales, y una gran diversidad biológica, se ubica en la cabecera de los ríos  que abastecen de agua a la ciudad de Tarapoto y a la ciudad de Lamas muchas de sus especies están en peligro de extinción, como  el oso de anteojos, el tucancito semiamarillo , hormiguerito garganticeniza, lechucita bigotona,  “tororoi frentiocrácea”, para llegar hay que caminar por caminos  estrechos , colinas y pequeñas llanuras, divisando hermosos paisajes,  es hora de  visitar y conocer.







  • Sin dejar de lado  a los felices animales en plena vegetación.



sábado, 2 de noviembre de 2013


  • Saliendo de Tarapoto , hacia el sur , en la ruta a las Cataratas de Ahuashiyacu, apreciamos los hermosos paisajes llenos de vegetación con el verdor característico de la selva peruana.







                                          




  • A  20 minutos de la cálida ciudad de las Palmeras, en el  kilómetro 14 carretera a Yurimaguas, un camino estrecho, con desafiantes escalinatas, vertientes de aguas cristalinas que te animan a seguir avanzando y el suave arrullo de las aves que te regocijan el alma y te acompañan mientras vas caminando por unos 20 minutos hasta llegar a la impresionante caída de aguas, frescas y cristalinas conocidas como:"Las Cataratas de Ahuashiyacu".