Aquí encontrarás, poesías a la madre para estudiantes de primaria y secundaria, expresiones que nacen del alma y de la realidad.
!CUÁNTO AMAS A TU MADRE!
Lastimando y agobiando a mi madre,
lo culpaba de mis tristezas y derrotas,
ella lloraba hasta el cansancio,
y el hielo corazón golpeaba más y más.
Altanero, vano, cruel y mentiroso,
recorría por la vida sin parar,
arrastrando mi alma atormentada,
y destruyendo a mi madre sin piedad.
Sometido en el vicio y la escoria,
conseguía unas monedas sin sudar,
los llamados amigos me buscaban,
y las monedas en un cinco se acababan.
Mi madre se enfermó de tanto sufrimiento,
me miraba con ternura y compasión,
no había ingrediente que me cambie,
merecía un duro sacudón.
Pálido, adormecido y mugroso,
caminaba por la calle sin sentido,
Un duro golpe sentí en el cuerpo,
viendo a mi pierna volando en mil pedazos.
¿Dónde están mis amigos? ¡exclamé!
¡Oh Dios! llamé a mi madre.¿Cuánta falta me haces?
comprendí sus luchas, dolores y lágrimas,
y la muerte que acechaba nuestras vidas.
Mitigaba una esperanza de vida,
y amar a mi madre sin medida.
(AUTORA: María Gricelda)
MI MADRE
Sencilla y dulce,
humilde y cariñosa,
mi madre bondadosa,
es una Diosa.
Ella me espera,
con tanta ansiedad,
da su alma entera,
en la inmensidad.
Sonríe al verme,
me agarra, me abraza,
da gracias por tenerme,
mi regreso traza.
Me cuenta el pasado,
con tanta tristeza,
un hecho guardado,
con mucha pureza,
Alumbra mi camino,
fortalece mi alma,
al seguir mi destino,
encuentro la calma.
LA FIRMEZA DE UNA
MADRE
Cargando leña sobre la
espalda,
cargando agua sobre la
cabeza,
mi madre llega muy
fatigada,
por el trabajo
desmesurado.
Desalentada va
caminando,
hay varios hijos que
alimentar,
ella implora ante la
virgen,
el pan de cada día y la
bendición.
En su mirada hay
sufrimiento,
en su alma hay
compasión,
una esperanza en su
pensamiento,
alimenta a su noble
corazón.
Mira a sus hijos con
regocijo,
con mucho amor y
gentileza,
piensa en el mundo, en
la pobreza,
ella en su alma tiene
riqueza.
MADRE
Los pajaritos trinan
alegremente,
al alborear el día,
mi madre se acerca dulcemente
para hablarme de esa
armonía.
Ella está envejecida,
con un corazón lleno de
amor,
mujer, madre aguerrida,
que con amor cura el
dolor.
Entrega en cada mirada,
amor, paz y esperanza,
siempre está atareada,
apreciando su labranza.
Vigila celosamente,
el sueño de sus
retoños,
con la lucidez de su
mente,
se prepara para los
otoños.